viernes, 4 de diciembre de 2015

Vamos a hacer las once

Una tradición de generación en generación: 

La localidad cuenta con varias costumbres y tradiciones, carnavales y comida típica… una frase  autóctona y costumbre que se lleva a cabo desde ya hace varios años: 

¡Vamos a hacer las once! , que da el significado a una reunión de señores, para preparar a las once de la mañana una clásica botana con jitomate, cebolla, pepino, queso y mezcal, estos últimos preparados por gente que es de la comunidad.

Esta tradición es realizada principalmente por las personas mayores, la cual se ha ido transmitiendo de generación en generación y en la actualidad los jóvenes la realizan para seguir con la tradición heredada.

En cada grupo de personas varia en gustos la forma de llevar a cabo esta tradición desde como armar la botana, hasta cuando ponerla en práctica. La forma más común es realizarlo todos los días, con tan solo una copita de mezcal acompañada de una deliciosa botana y el respectivo desayuno. O bien cada fin de semana.

Es de una suma importancia resaltar esta tradición, ya que el queso y el mezcal son elaborados por la misma gente de la comunidad de Tilzapotla.


Historia

Tilzapotla años atrás...


Años atrás Tilzapotla era considerado como aldea por que contaba con 100 habitantes y era perteneciente al municipio de Huitzuco Guerrero, pero a partir de 1908 se decretó como  parte de estado de Morelos.

Descendencia: Las personas que fundaron Tilzapotla eran refugiados de la Revolución Mexicana y algunos venían de Quetzalapa y Buena Vista de Cuellar Guerrero.
Los españoles, franceses y caciques o (pelones), llegaban al pueblo que se encontraba establecido a orillas de la presa por motivos del abastecimiento de agua y alimentos con los que se podía contar. Esta gente saqueaba las casas de los habitantes y tomaba por la fuerza a las mujeres del pueblo, resultando embarazadas y es de ahí como nace la descendencia entre extranjeros y gente del pueblo.

Por dicha situación deciden huir y refugiarse con todo y sus pertenencias en el Cerro frío, en las cuevas que existían, permaneciendo por días e incluso semanas, se dice que enterraban sus vasijas de oro y armas con las que contaban, para no vivir con el miedo de ser despojados.

Con el fin de la Revolución esto termina y se establecen en un pueblo tranquilamente ahora más arriba de la presa, para seguir sustentándose de la pesca, ganadería y agricultura.